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ARTÍCULOS
Septiembre 2000
Características de la comunicación en el anciano
Rosa Matilla Mora
Terapeuta Ocupacional
El anciano no debería tener una problemática social mayor
a la de cualquier otro ciudadano, pero la situación actual española
ha cambiado mucho y en pocos años se ha alcanzado un importante
grado de desarrollo industrial, de las instituciones, los grupos sociales,
etc. ; todo ello ha incidido en el campo de la educación, en las
formas de comportamiento ;en definitiva, en la escala de valores culturales
y sociales donde el perfil de los mayores y su situación social
ha experimentado grandes cambios en las últimas décadas y
hasta se podría decir que han perdido su estatus y rol social.
La vejez viene acompañada de una serie de pérdidas,
tanto endógenas, como exógenas, que dejan cada vez más
sólo al mayor ; pierden el trabajo, el estatus social, parte de
los recursos porque la pensión supone un deterioro progresivo
de los ingresos , las fuerzas disminuyen, la salud se quebranta ; en definitiva,
esta etapa se caracteriza por los cambios tan importantes que se producen
en las capacidades físicas, sociales y emocionales de los mayores.
Factores Endógenos. Genéticos
La herencia es el factor fundamental en el proceso de envejecimiento
y se puede definir como el conjunto de modificaciones morfológicas
y psicológicas que van a producir una disminución en la capacidad
de adaptación de las personas, tanto en su aspecto físico
como social.
Factores exógenos. Causas sociales
En términos generales la persona empieza a ser frágil
cuando el pasado tiene un papel prioritario en la vida del sujeto, perdiendo
importancia el presente y mirando el futuro con temor. Estas vivencias
son distintas en cada individuo y si bien pueden empezar a los 60-65 años,
son aspectos que acentúan la percepción subjetiva de cada
uno que el declive ha comenzado. Todos los malestares difusos, síntomas
nuevos que afectan nuestro equilibrio, son una amenaza que va a influir,
en definitiva, en las relaciones interpersonales y sociales.
El ser humano es social por naturaleza, pero es verdad que al ir envejeciendo
las personas experimentan una cierta tendencia a desprenderse paulatinamente
de los compromisos sociales, a desinteresarse por las relaciones con la
gente y a desligarse de asuntos y actividades que venían realizando
; esto suele ir acompañado de una disminución de sus capacidades
que les induce a la soledad y al aislamiento.
Por otra parte los cambios tan espectaculares que se han producido
en la sociedad en los últimos años dejan al mayor en una
situación de inferioridad y marginación al no poder integrarse
al mundo futuro que los cambios obligan. Estos factores a grandes rasgos
se pueden encuadrar en tecnología avanzada, cambios estructurales
en la vida familiar, trabajo de la mujer fuera de casa, las diferencias
socio-culturales, el factor económico, la vivienda, etc. que ponen
al mayor en una situación difícil y delicada ante los
demás.
Con todo ello se quiere decir que no es un fenómeno natural,
voluntariamente aceptado, sino que el entorno social rechaza y devalúa
al mayor.
Por otra parte, la inhibición de los mayores a comunicarse con
los demás, les conduce, no sólo a la automarginación,
sino que puede acelerar el proceso degenerativo de sus capacidades psicofísicas
y a una dependencia total.
· La jubilación : Motivo de incomunicación
Entre los factores sociales que inciden en la vulnerabilidad de los
mayores la jubilación es la que marca el fin del deber principal
del hombre ; el trabajo que irremediablemente, lleva a la desconexión
social.
Esta pérdida o ruptura del estatus social implica una reorganización
de su vida social que no siempre es asumida con naturalidad, sino, por
el contrario acarrea una serie de síntomas, tanto físicos
como psicosociales, convirtiéndoles en personas más frágiles
y vulnerables socialmente.
Para el hombre el trabajo no es sólo una forma de ganar dinero,
seguridad o prestigio social, sino que también origina una serie
de satisfacciones internas y es una forma de participar en la vida social.
Sin embargo, esta participación en la vida social se hace cada vez
más difícil puesto que, en la sociedad moderna e industrializada,
existe una total preponderancia de los valores económicos y la juventud
sobre los demás, relegando así al mayor, por no producir
o por rendir menos.
A priori, la jubilación, bien normal u obligada, se puede considerar
como un trauma, una ruptura nacida de hábitos, modos y circunstancias
que han sido para el trabajador de la máxima entidad durante su
vida activa.
Existe una enemistad estructural entre la vejez y una sociedad competitiva,
dominada por la dialéctica de la producción y el consumo
y vuelta de espaldas a otros valores superiores.
· La cultura
La cultura es el sello específico de la persona, es la referencia,
la identidad que nos diferencia a unos de otros, y la educación
es un componente esencial de la capacidad de las personas para participar
en la sociedad.
La vejez tiene la sabiduría que da la experiencia y la capacidad
para descartar lo superfluo y atenerse más sosegadamente a lo esencial.
Por eso al analizar este aspecto, se ha de considerar que los niveles educativos
alcanzados por la mayoría de los mayores son muy bajos, porque
son los herederos de una estructura desigualitaria de la sociedad que les
tocó vivir, en la que la enseñanza era privilegio de una
minoría. Por otra parte, la cultura objetiva de su entorno, sus
raíces, su estilo de vida, sus costumbres, hábitos adquiridos,
etc. no se valora, haciendo que la participación de los mayores
en la vida cultural y comunitaria sea muy limitada.
Una formación cultural deficiente , con poca cualificación
profesional, les conduce a la incomunicación y, por otra parte,
la falta de estímulos exteriores, adecuados a su demanda es otro
factor que les condiciona su participación social.
· La situación económica
La seguridad económica es un punto clave en la integración
social de los mayores. Los ingresos y los distintos niveles de vida dan
origen a cuestiones controvertidas y difíciles que inciden en el
impacto de las políticas socioeconómicas en las personas
mayores.
La escasez de recursos es la causa de los sufrimientos más numerosos
de nuestros mayores : su comida, vestido, alojamiento, hasta su salud,
dependen, casi en la totalidad, de los ingresos. El sentimiento de impotencia
y frustración, la dependencia de los que le rodean, son factores
que inducen al aislamiento e invalidez.
Es cierto que los cambios experimentados últimamente en la economía
de las personas mayores han sido favorables, lo que hace que, en general,
ser mayor ya no equivale a ser pobre. Esta situación ha incidido
en los hábitos de consumo y en su capacidad de ahorro, hasta se
ha creado un mercado dirigido a este sector concreto.
Existen dos grupos de jubilados y desigualdades económicas :
1. Generacionales. La edad. No son iguales los ingresos entre
personas que acaban de jubilarse que los que forman parte de grupos de
edad avanzada.
2. El sexo. Hombres, mujeres. Las mujeres de edad muy avanzada,
por diversas circunstancias de cotización, viudedad ; en consecuencia,
por serias deficiencias en el sistema de pensiones, son más pobres
que los demás grupos sociales, y socialmente más marginadas.
En los diversos sondeos que se han realizado a la población
mayor sobre si la pensión que recibían era adecuada, la mayoría
de las personas jubiladas contestan que es insuficiente, es decir, no están
conformes.
Es preciso aclarar que si la situación económica no es
la panacea de todos los problemas de nuestros mayores, pero sí está
considerada por ellos como el aspecto social más importante y es
curioso, porque en los casos en que la situación económica
no es precaria, el anciano no utiliza el dinero para cubrir las necesidades
básicas y mejorar su calidad de vida, sino que lo guarda por el
sentido que tienen del ahorro y previsión futura.
· La vivienda
Para las personas mayores que sufren algún tipo de discapacidad
es fundamental adecuar el alojamiento a sus necesidades básicas,
instalar ayudas técnicas que faciliten la vida diaria, contar con
equipos domésticos bien diseñados, etc. para poder reducir
las dificultades y riesgos, continuar viviendo en su casa y que la vida
en su domicilio se desarrolle satisfactoriamente.
Las comodidades de la vivienda está en función del nivel
de ingresos y éstos, en la mayoría de los casos, se puede
decir que se encuentran en la línea de ingresos mínimos,
lo que hace que las ayudas técnicas y equipamiento adecuado queden
para los grupos de más alto nivel.
La involución en general, y el deterioro de los sentidos, en
particular, que se va produciendo en los mayores entrañan un peligro
en la realización de las actividades de la vida diaria : control
de los electrodomésticos, electricidad, gas... convirtiéndose
en sujetos de alto riesgo.
La alternativa que tienen estos mayores para paliar estas carencias
es el ingreso en un centro residencial, donde, además de cubrir
su déficit de vivienda, cuentan con servicios adecuados, a pesar
de que, muchas veces tengan que aislarse de su entorno y de una realidad
social largamente compartida.
Por otra parte, con todo lo inespecífico que la institucionalización
supone para el mayor, con frecuencia se ha relacionado con un aceleramiento
de todos los procesos degenerativos implícitos al envejecimiento
y una regresión psicológica significativa que se refleja
en diferentes síntomas que, a veces, se presentan de forma encubierta
con enfermedades somáticas.
· La familia
El tamaño del núcleo familiar , la incorporación
de la mujer al mundo laboral, el descenso de la natalidad, la dimensión
de las viviendas, las grandes urbes, los pequeños núcleos
rurales, con población especialmente envejecida, etc., son factores
que alteran de forma irreversible las redes tradicionales de atención
y apoyo familiar, y en particular, el papel del cuidador de las personas
mayores discapacitadas asumido por una gran parte de las mujeres.
Los hijos y los nietos tienen una vida que les pertenece y existe un
vacío generacional, una separación en la escala de valores.
Los jóvenes tienden a convertir sus deseos en acción, tienen
altas aspiraciones no renuncian a nada que sea transitorio o cambiante,
son rápidos e irreflexivos, mientras que los mayores son más
conservadores, lentos y a veces inflexibles, quedándose anclados
en sus propias convicciones e ideas.
Todos los acontecimientos históricos son importantes a la hora
de valorar el vacío generacional, porque tienen más influencia
que la diferencia de edad.
En concreto, el contrapelo de la juventud es la vejez y ésta
se compagina mal con un mundo donde priman los valores vitales de la juventud.
Es decir, los mayores están hoy mucho más distanciados temporalmente
de las otras edades, porque el tiempo transcurre mucho más deprisa
que nunca, ya que la experiencias que defiinen el tiempo de cada generación
son más dispares, como lo son también los mundos de unos
y de otros.
· La soledad
La soledad es un problema fundamental en relación con el envejecimiento,
la invalidez, la pérdida del cónyuge o seres queridos a veces
rompe uno de los vínculos afectivos más fuertes, las actitudes
cerradas, posiciones personales rígidas, dogmáticas, etc.,
son factores que impiden la comunicación, generan mal estar y desafección.
El sentimiento de soledad hay que diferenciarlo porque puede ser real
o compartido.
En los mayores que viven acompañados la soledad se produce no
tanto por la falta de buena disposición de las personas, como por
razón de las nuevas formas de vida que se ha ido imponiendo a todos,
aunque el resultado sea el mismo, el empobrecimiento progresivo de los
refuerzos afectivos que más se necesitan en esta etapa, los hijos
y los nietos.
La soledad real se da en aquellos mayores que no tienen con quien compartir
sus temores, sus vivencias, sus perspectivas ; es triste y provoca angustia
y temor.
Por otra parte, los mayores que viven solos, además de su falta
de compañía, son cada día más vulnerables en
aspectos como seguridad ciudadana en viviendas, centros de mayores, barrios
centrales de población envejecida, pequeños núcleos
rurales de donde se han retirado las fuerzas de seguridad y donde la presencia
de la delincuencia es frecuente.
· Medio ambiente
El diseño ambiental adquiere una gran importancia en el tratamiento
de los mayores y las características físicas del entorno
en el que vive el mayor influyen de forma decisiva en su quehacer diario,
su autonomía y, en definitiva, su satisfacción.
Pero la influencia del medio ambiente en el entorno de los mayores
es diferente en la ciudad que en las zonas rurales y entre los que siempre
han vivido en las grandes urbes o en aquellos que han sido trasplantados
de zonas rurales o los que viven en núcleos pequeños.
Los elementos negativos comunes que se estima alteran el equilibrio
afectivo de los mayores, se podrían definir como: las grandes vías
de comunicación, la contaminación, las barreras arquitectónicas
que impiden el acceso a los jardines, centros culturales, aceras, medios
de transporte, grandes superficies comerciales, etc. Por otra parte las
aglomeraciones que dan sensación de vorágine y también
de anonimato, impersonalidad, en definitiva incomunicación y entorno
más agresivo.
En cuanto a los medianos grupos de población y sobretodo las
zonas rurales, los problemas reseñados no les afecta tanto, porque
su entorno es más humano, equilibrado y se comunican más,
pero también les acechan otros peligros en el domicilio, dificultades
en el acceso a los servicios médicos, comerciales y municipales
, y la emigración a los núcleos urbanos les dejan también
más solos.
Las manías del anciano
Parece que con la edad se va cogiendo "querencia", es decir, tendencia
a ocupar siempre la misma silla, el mismo lugar, usar la misma taza, etc.
Creo que es un hecho que se comprueba en la vida familiar. ¿Es bueno
respetar esas manías o mejor fomentar el cambio?, ¿Qué
repercusiones tienen en el stress del anciano el ver contrariada esa referencia
espacial ?. ¿Es bueno dejarles así, marginados ideológicamente
o contrariarles para tratar de incluirles en el entorno familiar o social
?
El problema puede tener una génesis patológica, propia
de la demencia, como puedan ser las ideas de perjuicio, incluso ya rayando
con lo delirante que puedan tener muchos ancianos. Entonces se sienten
relegados al último espacio de la casa, sin que realmente sea así,
o puede ser que realmente sea así, es decir, que exista un rechazo
de la familia ; o puede ocurrir que sin ser un problema delirante de perjuicio
de los que hablábamos antes ni un tal rechazo de la familia, sea
sólo un aspecto de la esclerosis de la personalidad que se produce
en el anciano y se caracteriza por una serie de hechos como es el apego
al pasado, las dificultades para el cambio, el rechazo a lo novedoso, la
dificultad de adaptación a los tiempos modernos, etc. Pero en definitiva,
cualquiera que sean las circunstancias en las que esto se provoca lo que
hay que hacer es tener unas determinadas atenciones hacia los ancianos
para favorecer la independencia, la integridad personal, y evitar sobretodo
una conciencia anómala de sus propias limitaciones, proporcionarles
seguridad y afecto y facilitarles su propia realización personal.
Cualquiera que sea la génesis que conduce a esos comportamientos,
se van a corregir perfectamente. Unicamente cuando esas conductas sean
comportamientos consecuentes a unos delirios de prejuicio sobre las actitudes
de los familiares que rodean al anciano, posiblemente haya que añadir
una acción psicoterapéutica y probablemente una acción
de tratamiento farmacológico.
En estas "manías" de los ancianos hay un componente muy importante
de queja, de queja social. En cualquier caso lo que están denotando
es que el anciano no está contento con su situación. De alguna
manera al no estar contento y no saber decirlo de otra forma se enquista.
Lo importante es preguntarse, no al anciano, sino su entorno,
qué hacer o que está haciendo con sus actitudes vitales que
provocan esas manías en los ancianos.
Es una experiencia que los que trabajamos con ancianos y se encuentra
un personal que es más afectuoso o que tiene más tiempo para
poder dedicar afecto o en una casa cuando se encuentra a un nieto más
afectuoso resulta que el anciano empieza a dejar de tener "manías".
Es importante que ante las manías, más que preguntarnos
por qué las tiene el viejo, que también habrá que
hacerlo, sobre todo habrá que preguntarnos los que estamos en su
entorno ¿Qué hacemos ?, ¿qué pasa para que
provoquemos en él ciertas actitudes maniacas ?. Entonces quizás
empiece a nacer el afecto, la corriente de relación personal y eso
empiece a resultar más positivo.
Debemos tener en cuenta si eso que llamamos "manías" que surgen
con la edad, no es que surjan con la edad, sino que son costumbres que
todos tenemos desde otras edades y que mantenemos cuando llegamos a esa
edad. La cuestión está en que si las tenemos en nuestra casa,
por ejemplo, la costumbre de leer el periódico a determinada hora
o quedarnos cinco minutos tomando el café después de comer
, eso es una costumbre. Cuando somos los hijos los que estamos en la casa
de nuestros mayores lo aceptamos como algo determinado por ellos o como
una costumbre que ya viene de atrás. Cuando esa misma costumbre
los mayores tratan de tenerla en una casa que ya no es la suya, esas costumbres
de siempre se convierten en manías y entonces se tacha de manía
a algo porque incomoda en las normas que se tienen dentro de otra casa,
de otra familia.
Por ello, lo que nos teníamos que preguntar es si son manías
adquiridas al llegar a una determinada edad o costumbres que se perpetúan
en el tiempo y que se han tenido desde edades más tempranas.
Deficiencias sensoriales más frecuentes en los
ancianos
Dos cambios relacionados con la edad que ocurren en la mayoría
de los ancianos contribuyen en gran medida a tornar difícil la comunicación
con ellos : los cambios en la visión y los cambios en la audición.
Si una persona no puede ver muy bien o no puede oir muy bien, la mayoría
de las señales sensoriales que transmiten interés (una
mirada de alerta en sus ojos, el contacto visual, el cuerpo en atención),
el respeto, el afecto, calidez, la preocupación, la confianza, etc.,
nunca se perciben.
Las dificultades con la comunicación también significan
dificultades para establecer relaciones terapéuticas, dado que las
últimas dependen mucho de la primera. El profesional debe trabajar
para comunicar claramente y debe de utilizar de alguna forma otros canales
sensoriales para transmitir significados terapéuticos.
I. Para compensar la deficiencia visual
a) Utilice ropas de colores brillantes. La mayoría de las
personas con deficiencia visual pueden ver algo y los colores brillantes
pueden permitir seguir el rastro de su persona y ayudarle a encontrar el
rostro cuando están hablando.
b) No sentarse con la espalda contra una ventana u otra luz brillante
mientras habla con el anciano. Si la luz viene desde atrás mientras
habla con el paciente, su rostro aparecerá oscuro y cualquier señal
de comunicación podría posiblemente perderse.
Si es posible hablele de forma que le de la luz a usted.
c) Evite todo lo que podría distorsionar u ocultar sus
características faciales como mascar chicle, cabello suelto, o una
mano delente de la boca. Es importante mantener el rostro visible para
aumentar al máximo las señales de comunicación. Siéntese
cerca durante la entrevista para aumentar más su comunicación.
d) Utilice el tacto (apropiadamente) para mantener la atención
del paciente. El tacto leve sobre una mano o el brazo puede señalar
a un anciano que ignore otras distracciones y se concentre en usted.
II. Para compensar la defeiciencia auditiva
a) Si no existe deficiencia visual puede utilizar el contacto
ocular y el tacto para llamar la atención de la persona antes de
hablar.
b) Muchas veces es útil disminuir el tono de su voz ;
la pérdida auditiva en la edad avanzada afecta a los sonidos vocales
más altos. No suele ser de ayuda hablar cada vez más alto.
c) Utilice palabras clave para empezar un tema en lugar de frases
largas y complejas, cuando las repita utilice diferentes palabras y cambie
la frase en lugar de utilizar las mismas palabras una y otra vez. Aumente
su comunicación con señales no verbales como expresiones
faciales, lenguaje corporal y gestos.
d) Muchas personas ancianas tienen mejor audición en un
oído que en otro, determínelo y hable en el oído que
mejor oye.
Trastornos del lenguaje
Los trastornos del lenguaje , con o sin trastornos de la deglución
asociados, son frecuentes en los ancianos. La afasia , generalmente causada
por una lesión focal, puede afectar al lenguaje hablado y escrito,
la comprensión auditiva y la capacidad de lectura, pero por sí
misma no afecta a las capacidades intelectuales o cognitivas .
El deterioro conjunto tanto cognitivo como de la comunicación
está relacionado con los déficits cognitivos subyacentes
en la memoria, atención o percepción visual y se puede ver
en traumatismos cerebrales y demencias no tratables . Los trastornos de
la voz y el habla tales como la disartria y la apraxia del habla pueden
conducir a un aislamiento social autoimpuesto y a la depresión.
La disfagia puede acompañar a unos trastornos del lenguaje o existir
independientemente.
La afasia es la principal causa del deterioro del lenguaje en los ancianos.
Es casi siempre el resultado de un accidente cerebrovascular pero existe
otras causas como infecciones bacterianas o víricas (por ejemplo
meningitis), tumores cerebrales, traumatismo craneoencefálico,
hipoxia o hidrocefalia obstructiva.
La afasia es generalmente el resultado de una lesión focal en
áreas de la corteza del hemisferio dominante (característicamente
el izquierdo), que es donde se asientan la mayor parte de las funciones
normales del lenguaje. La afasia puede ser también el resultado
de una lesión focal en áreas subcorticales izquierdas tales
como el tálamo y los ganglios basales. La afasia afecta al lenguaje
hablado y escrito, la comprensión auditiva y la capacidad del lectura,
dependiendo de la localización neuroanatómica y extensión
de la lesión focal.
Por sí misma, la afasia no afecta a las capacidades intelectuales
o cognitivas como el razonamiento, el pensamiento lógico o la atención.
La afasia tampoco es un un deterioro de la conducta emocional, a pesar
de sus comportamientos del lenguaje aparentemente extraños, como
utilizar una jerga sin sentido. Las personas con afasia pueden, sin embargo,
sufrir conductas neuropsiquiátricas concomitantes en relación
con el lugar de la lesión cerebral, o pueden experimentar reacciones
psicológicas graves derivadas de su súbita pérdida
del lenguaje.
Los deterioros cognitivos subyacentes que afectan a la memoria,
la atención o la percepción visual afectan también
a la capacidad para comunicarse. Aún así, los trastornos
cognitivos-comunicativos pueden ser engañosos debido a que las capacidades
básicas del lenguaje parecen intactas cunado se hace un examen superficial.
Un examen más en profundidad puede demostrar un deterioro en los
aspectos pragmáticos o usos sociales del lenguaje. Por ejemplo :
1) Conversación desorganizada, sin tomar la palabra cuando
es preciso ni prestar atención a las necesidades del oyente.
2) Enfasis en detalles irrelevantes y utilización de más
palabras que las necesarias para relatar un hecho o una historia.
3) Producción de respuestas verbales erroneas (por ejemplo,
confabulación,
tangencialidad, jerga, perseveración).
4) Dificultad en la comprensión de palabras abstractas,
instrucciones complejas, idiomas, etc...
5) Habla en un tono monótono, sin cambios en la expresión
de la cara o gestos para mostrar emociones.
6) Dificultad para mostrar las claves faciales, gestos y prosodia
que señalan el contenido emocional del lenguaje.
Se puede observar un deterioro cognitivo-comunicativo en pacientes con
daño focal en el hemisferio cortical no dominante (típicamente
el derecho) o con una pérdida más amplia, bilateral, brusca
o lentamente progresiva en ambos hemisferios cerebrales (como se observa
en los traumatismos cerebrales o demencias como la de Alzheimer, demencia
multiinfarto, VIH, enfermedad de Pick, y en algunas instancias de parkinsonismo).
Las alteraciones de la calidad de la voz , tono e intensidad de la voz
van desde molestias relativamente menores a graves obstáculos a
la comunicación.
Los adultos con deterioro de la voz pueden sentir frustración
o incluso enfado durante sus interacciones con otras personas en su vida
laboral o profesional.
Los que presentan deterioro crónico y grave de la voz pueden
evitar situaciones sociales en las que se espera una participación
verbal. Este aislamiento autoimpuesto puede conducir a una depresión
y pueden comprometer gravemente la calidad de vida.
La disartria (un deterioro neurogénico de la voz y el habla)
puede ser el resultado del daño producido a los sistemas neurológicos
motores , periféricos o centrales, implicados en el habla, provocando
debilidad, lentitud, pérdida de coordinación o alteración
del tono de los músculos de la voz y el habla. Las causas pueden
ser un daño neurológico (por ejemplo, ictus, tumor o traumatismo),
enfermedad neuromotora progresiva (por ejemplo, esclerosis lateral amiotrófica
(ELA), corea de Huntington, esclerosis múltiple, parkinsonismo,
enfermedad de Wilson) y los últimos estadíos de las formas
progresivas de demencia ( por ejemplo Alzheimer, multiinfarto o HIV).
La voz disártrica puede estar deteriorada en su calidad (por
ejemplo, jadeante o ronca), su volumen (demasiado baja), o el tono (anormalmente
alto). Dependiendo de la localización y gravedad del daño
el habla puede aparecer de levemente imprecisa a gravemente inteligible.
El daño específico del área de Broca y la corteza
frontal izquierda que la rodea puede dar como resultado otro tipo de deterioro
neurogénico del habla como la apraxia del lenguaje. Las personas
con este deterioro son incapaces de planear, iniciar y secuenciar con precisión
los movimientos del lenguaje, aunque la fuerza y movimiento de los músculos
del habla permanence inalterada. Por ejemplo puede pedir una taza de "tafé"
por "café".
Por todos estos motivos el terapeuta ocupacional debe estar alerta
qué es lo que está afectando la comunicación en el
anciano que trata e intentar facilitarle los medios para poder conseguir
una cálida relación.
Bibliografía
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